Albalate de las Nogueras y la ley de Murphy

Tres días y pico de paz y tranquilidad han puesto el acento a una escapada a Albalate de las Nogueras, que ya ha tocado a su fin. Este pequeño pueblo de no más de 200 habitantes, es para mi un destino familiar, pues debido a que unos buenos amigos tienen casa allí, lo visito con cierta frecuencia. En esta ocasión la lluvia ha hecho acto de presencia casi todos los días y hemos aprovechado para buscar unos cuantos robellones que echarnos a la barriga. Lo llamativo para mi, ha sido encontrar otros tipos de hongos y setas que nunca había visto con semejante intensidad en sus colores.

Todos los días llevaba la mochila con el equipo fotográfico a cuestas por lo que se presentara y al margen de las setas, apenas necesité la cámara pues llovía con frecuencia. El sábado olvidé la mochila en el coche de otro amigo que no me pudo devolver hasta el día siguiente y como si me estuviera observado el Sr. Murphy, al caer la tarde del domingo se lió una en el cielo de ensueño. Nubes de múltiples colores adornaban un cielo azul intenso que después de la lluvia se presentaba extraordinariamente nítido y limpio. Justo media hora antes de ponerse el sol, todo se impregnó de una luz cálida que acarició los campos de cultivo adyacentes, otorgándoles un aire mágico…¿y donde estaba mi cámara?…el Sr. Murphy se encargó de que no estuviera disponible y yo me tiré de los pelos, pues cargas todo el día la mochila a cuestas para casi nada y después pagas el despiste del olvidó de esta manera tan despiadada.

En vano esperé al día siguiente a ver si se repetía la situación y mis expectativas fueron aplastadas sin compasión. Apenas un leve reflejo de lo que fue la «tarde perdida» del día anterior, me sirvió para hacer un par de fotos flojas y en escasos 4 minutos que las nubes me concedieron de tregua. Siempre me quedará el consuelo de los agradables paseos y de lo ricos que estaban los robellones que nos hicimos junto con la paella, a la plancha, con pisto, etc. 🙂

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