Madre, te quiero.

Ayer fue el día mundial del Alzheimer y aunque mi madre (la que aparece en primer plano en la fotografía) no padece esta enfermedad, si tiene cierto deterioro cognitivo propio de muchas personas mayores. En su caso, este deterioro se manifiesta más en lo temporal y espacial. Parece ser que en ocasiones, la pérdida de estas facultades cognitivas puede ser la tarjeta de presentación de ese temible «Alzheimer». En cualquier caso, cuando voy a visitarla hay días que la veo bien y otros que no sabe ni donde está, ni cuantos hijos tiene, ni que día es, ni en que año vive. Incluso pregunta por seres queridos que hace mucho tiempo nos dejaron, como si todavía estuvieran entre nosotros. Es en esos momentos cuando brota en mi, un especial sentimiento de ternura hacia ella viendo su situación de dependencia y vulnerabilidad. Esta situación hace que cuando llego a casa después de verla, reflexiono sobre el viaje sin retorno que emprende todo ser vivo y que ella está a punto de acabar. Quizás esté más sensible de lo normal con este tema y ayer me acordé especialmente de ella. Lo cierto es, que lo que he querido hacer con esta entrada y con esta fotografía es decir claramente… Madre, te quiero.

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