Abdelmalik o «el artesano» como le llaman los niños, regenta el horno de la calle Hassan I en Chauen. Tiene 56 años y trabaja de sol a sol (de pie) descansando solo los viernes. Hombre afable, trabajador y con un claro compromiso de mantener vivo un oficio en el que lleva desde 1972. En la actualidad, lamenta no tener ningún tipo de apoyo por parte de la administración para garantizar su futuro.
Su oficio es tradición pura, ya que su padre fue quien le enseñó a amasar el pan y él se lo ha enseñado a sus hijos. Muchos hornos están desapareciendo porque apenas son rentables. En la actualidad solo quedan ocho en todo Chauen.
A primera hora del día hornea los panes que le proporcionan para ser vendidos en mercados y tiendas. También hornea el pan a particulares teniendo la habilidad de distingir de quien es cada pan cuando tiene el horno lleno. Después continua con el suyo que él mismo amasa y vende a los vecinos. Por la tarde llega el turno de los dulces o pastas que le traen de casas cercanas. Como no quiere que se pierda esta oficio tan ancestral, se empeña en seguir ejerciéndolo a pesar del bajo rendimiento que este tipo de negocio genera. Suele ganar entre 8 y 20 € al día dependiendo de la demanda. Solo en concepto del alquiler, agua y luz ya paga más de 70 €.
Valora mucho que se muestre interés por su trabajo y amablemente accedió a la posibilidad de acompañarle en su quehacer diario para poder preguntarle y fotografiar un oficio que necesita apoyo y reconocimiento. Abdelmalik elabora un pan hecho con esmero que resulta exquisito y que rápidamente echas de menos en cuanto dejas Chauen.
NOTA: Gracias a Youssef Mufarrej por ejercer de interprete y posibilitar este pequeño reportaje que solo pretende dignificar y dar a conocer un poco más este oficio, a Ximo Fernández por acompañarnos y por supuesto agradecer a Abdelmalik su hospitalidad y colaboración.